La historia que hoy voy a contar comienza con un corazón roto, una historia de esas en las que el hombre que esta detrás del escritorio narrando se vuelve el maldito protagonista. Esta es una historia tan real como ficticia, tan triste como feliz, tan buena como mala y tan lejana de la actualidad que recién sucedió ayer.
Era un maldito día de primavera, nuestro sujeto en cuestión era tan inseguro y temeroso, no sabía que hacer y en la última instancia decidió que era hora de decir vamos por lo que yo deseo, eso es lo que quiero y voy a intentarlo sin importarme el fracaso.
Y es que esta historia de nuestro protagonista es con una mujer, una de esas que tienen una personalidad tan linda, una mujer que puede ser capaz de que un hombre que siempre ha desconfiado del verdadero amor olvide toda realidad y miedo.
No es la primera mujer que conocerán a la cual se refiere la historia, no se ilusionen con que conocerán a esa mujer desde el principio. La primera es una parte importante al igual que secundaria.
Pongamos que la secundaria se llama Andrea. Ella rompió el corazón de nuestro protagonista, justo dónde comenzó todo. No sabemos los motivos, solo conocemos las acciones. Ellos iniciaron una relación que prometía mucho, cuyo futuro era muy lindo. No podemos decir que todo era miel sobre hojuelas pero sí que se querían. Fue tan fugaz el tiempo que de la noche a la mañana el era un hombre solo de nuevo.
Llantos, abrazos, amigos, pláticas, cervezas, mentadas de madre y algo de tiempo para que ella saliera de toda razón y llegará la que tantos cambios pudo crear a esta historia.
Algo de tiempo... es extraño pensar que no pasó como una historia normal, lo clásico es que cualquier mal de amores lleva su tiempo pero aquí no sucedió así. Tal vez sea adecuado pensar que si duró poco, en poco tiempo el corazón se va olvidando.
Aún seguía viendo a la causa del corazón roto cuando conoció a aquella mujer que bautizaremos como Denisse. Ella llegó a su vida a causa de un amigo del protagonista, una reunión y se vieron por primera vez.
Desde esa primavera y hasta el invierno se dieron tiempo para conocerse, salidas, pláticas y mucho tiempo para decidir iniciar un camino juntos. Todo parecía ser un buen inicio. La vida aparentaba felicidad. Pero aparentar es lo mejor que hace la vida cuando se trata de cuestiones de amor.
Ahora sí, mañana no. Es un resumen de esta pequeña gran historia de amor. Pues en tres años de vida nunca hubo nada seguro. Días de llanto, días de felicidad, peleas, amigos odiosos y mucho tiempo compartido. Viajes eternos, caminos por andar, vidas por trazar y una infinidad por vivir como pareja.
Un día de marzo llegó al final. Hasta este momento sigo pensando como fue que más de un año me tomo decidir de verdad que esa no fuese más mi historia de amor. Porque lo dije y advertí, al final yo soy el hombre que vivió esta historia donde solo yo sé que tanto tiene de real y que tanto es parte de mi perturbada imaginación.
Hoy tengo muy clara una cosa. Mañana quiero ser feliz y mi futuro ya no está contigo. No te voy a culpar porque yo también fui parte de eso pero sí voy a aceptar que lo que me corresponde a mí es hacerme cargo de lo que quiero vivir.
Hoy te deseo suerte desde lo más sincero que puedo ser en un mundo lleno de mentiras y falsedad.
Voy a darme la vuelta en este momento esperando que puedas ser una mujer más en mi vida, una vida que desde la casa ha estado llena de ellas.
Gracias por ser parte de mi vida, porque cuatro años después no soy el mismo que se enamoró de ti y sabe aceptar que un dato significativo fuiste en el caos de mi mente.
Hoy te dejaré vivir tu vida en libertad como yo voy a vivir mi locura en libertad.
Muere feliz, porque sé que un día lo harás. No somos eternos y nuestra relación a pesar de todo no lo fue.